martes, 11 de diciembre de 2007

Rodolfo`s Christmas

Bueno, pues este será el primero de los relatos de Navidad. Ocupaciones varais y miserables me mantiene alejado de la red; espero que a aprtir del 20 o así pueda por fín volver aun nivel razonable de mi habitual miserable actividad.
En la próxima historia contaremos con la colaboración de una de las más insignes Bloggers del mundo de los Blogs: Tamaruca. Sea este pequeño relato navideño publicaod a su salud.


Caminaba por la acera, brillante de lluvia, con las manos en los bolsillos de la gabardina y la mirada fija en la chica rubia que iba delante de él. O bueno, para ser exactos, más bien en su culo, que se movía con ligereza, haciendo resbalar el reflejo de las luces navideñas por el cuero que lo envolvía. ¿Cuántos años tendría… quince, dieciséis? ¿Y cuantos tenía él? Cuarenta y dos. Pero bueno, mirarle el culo a una chica, no, bueno, en fin, a una niña, tampoco era un delito… Y un culo tan bonito… Si no llevara esa minifalda tan apretada, y esas medias de rejilla, o si tuviera tres o cuatro años más… Claro, que poco importaba en realidad. Una chica así no le sostendría una conversación más de medio minuto; ni siquiera lo hubiera hecho cuando él tenía quince años. Y porque fuese Navidad no iba a ocurrir un milagro; y mucho menos un milagro ilegal.

La chica se detuvo, y él, aunque sabía que no debía, hizo lo mismo. Ella se agachó, y se volvió de medio lado, para ajustarse la hebilla de una de las botas; se le abrió el abrigo, y reveló una blusa blanca, abotonada no muy encima del ombligo, que sugería gloriosas curvas de una rosada palidez adolescente… Hostias, pensó sin lograr apartar la vista, contrólate. ¡Es una niña! Antes de poder seguir autocensurándose, ella dejó la bota y se incorporó, mirándolo de reojo en un azulado destello de inocencia y candidez. Y echó a andar de nuevo.La siguió, claro. La hubiera seguido a cualquier lugar, aunque se apartara de su ruta habitual, de su ruta planeada. La hubiera seguido con tal de seguir mirándola, imaginando su olor, el tacto de sus muslos… La hubiera seguido para buscar el modo de cruzarse con ella y contemplar su cara, saber como era por todos los lados… Pero no hizo falta. Ella hizo un movimiento para echarse el pelo hacia atrás, y se le cayó la bufanda grana que llevaba sobre el hombro, sin rodearle el cuello.

Un milagro. Un milagro de Navidad. ¿Existía Dios?

-Disculpa…
Ella se volvió.
-¿Sí?
Tenía una voz… había algo en aquella voz, algo oculto, que la hacía parecer diseñada para gemir.
-Se te ha caído esto –sonrió como un idiota, como lo que se sentía.
-Ya lo sé. Lo he hecho a posta.
Sí, existía Dios.
-Eh… ¿Sí?
-Sí. No has dejado de mirarme desde que hemos salido del metro –no parecía enfadada.
-No, yo… eh… -estaba sudando, se estaba ruborizando, le ardían las orejas, como a un colegial. ¡Si la niña era ella!
-Tranquilo –sonrió ella, inocente, maravillosa -. No me molesta.
Dios era bueno; Dios era grande.
-Eh… ¿no?
-No. Me gusta… ¿Yo te gusto? –su voz había tomado ahora un leve matiz insinuante, sexual… -Por tu sonrisa, supongo que sí.
-Sí. Sí, claro…
-Me llamo Miriam –sonrió abiertamente, mostrando unos dientecillos blancos y suaves.
-Yo Rodolfo.
-Rodolfo –rió con franqueza, echando la cabeza hacia atrás, haciendo resaltar aquellos pechos, aquella incipiente talla 85… -¿Te gustaría llevarme a tu casa, Rodolfo?
Dios era noble y generoso.
-Sí, ehm, claro, yo… Mira, cosas como ésta no tienen precio…
-…
-¿Qué pasa?
-¿Tienes sesenta euros?
Por Dios. ¿Qué acababa de ocurrir?
La estúpida sonrisa que había aflorado en su rostro se borró. Metió la mano en la gabardina, sacó la cartera y rebuscó en ella, frenéticamente inútil.
-Tengo quince… eh…
-…
Ni siquiera le miró al darse la vuelta y echar a andar en dirección contraria. Ni siquiera dejó en el aire una brizna de su perfume.

Ni siquiera movía igual el culo.

jueves, 22 de noviembre de 2007

La belleza y esas cosas

No importa cuantas veces se intente definir la belleza; no importa cuantas veces se trata de definir el arte. No importa cuantas veces se lo intente clasificar, y analizar, y subdividir. No importa cuantos tratados sobre armonía se escriban, ni importa la palabra de ningún experto en la materia. Sencillamente es irrelevante todo lo que se diga y se haga respecto al arte, todo lo que se especule y se filosofe respecto a la belleza, la Belleza con mayúsuclas.

Por que hay momentos en los que arte y belleza cabalgan a galope tendido por los surcos de nuestro cerebro, se revuelcan de la mano de las musas en las praderas de nuestro pecho, se derraman por nuestras venas. Y no tienen forma, ni nombre, ni es posible decir nada de ellos. Tan sólo podemos, aturdidos, recuperar el aliento, parpadear para ocultar las lágrimas, y contemplar el vello erizado en nuestros brazos, la carne de gallina en nuestra conciencia.

Como después del mejor de los polvos.



IMPORTANTE
: En este infame blog tenemos la sana intención de publicar algún que otro infame relato durante el invierno, digamos de inspiración navideña (ya sea en pro o en contra de dicha celebración cristiana). Como para el 2.008 queremos conservar algún lector, hemos pensado que lo mejor sería no publicarlos todos escritos por el menda, y abrirnos a als colaboraciones de las ilustres plumas que salpican la red. Así que estarmeos encantados de recibir vuestras colaboraciones (breves, eso sí: algo así como entre 1 y 200 palabras) en la dirección de correo electrónico indicada para ello: midinvaerne@hotmail.com

Id con el Señor.

ACTUALIZANDO: No pasa nada si aquello que hipotéticamente enviéis pasa de 200 palabras, que lo había calculado un poco regulero.

Salud.

martes, 13 de noviembre de 2007

Meme (z)

Hay memes y memes, y por mucha rabia que me dé el nombre, éste me lo ha endosado Pay y voy a tener que hacerlo. Básicamente, consiste en nombrar 8 cosas (¿hum?) como por ejemplo libros, o posturas del Kamasutra, o tipos de sushi (Ahhh…) y… si eso, hablar de ellas (¿hum?), o algo. No sé (Ah). Pues bueno, por hacerlo de algún modo diferente, en lugar de hablar de ocho cosas del mismo tipo, nombraremos ocho cosas, todas de diferentes categorías. Vamos con la lista.

I. Canción.“When the tigers broke free”, de Pink Floyd. Es una de las cosas más bellas que se pueden escuchar, y por Zeus que tendréis un corazón malvado si no os pone tiernos y retoños a todos.

II. Dios.
Si tengo que elegir un Dios, yo creo que me quedo con Cthulhu: cumple los requisitos básicos de un Dios (es gordo, viejo, y los humanos se la sudan) y además tiene tentáculos y alas. ¿Qué más se puede pedir?

III. Postura del Kamasutra.
La #4 de la página 68 de la edición del Barco de Vapor, con prólogo y comentarios de Jesús Mariñas.

IV. Película.
“Manhattan”, de Woody Allen. Aunque no salen tetas, ni tiros, se condensan y se encuentran la corriente seria y la corriente absurda del pensamiento de Allen, todas sus obsesiones y temas intrascendentes, sus filias y fobias; y eso, y el acertado blanco y negro de la cinta, la convierten en algo muy digno de ver.

V. Alcohol.
Aunque se acerca el invierno y me tiro más hacia el vodka, voy a decir ron, con hielo y Fanta limón si es malo o regular, y con hielo y un par de rodajas de naranja si es bueno o excelente.

VI. Manía.
Aunque estén perfectamente atados, desatar y volver a atar los cordones de mis zapatillas (nunca llevo zapatos).

VII. Libro.
“El Señor de los Anillos”, de J.R.R. Tolkien. No es que vaya a defenderlo como mejor libro del mundo (que podría), ni siquiera mejor libro de su siglo, pero lo cierto es que quisiera tener tiempo y ganas de releerlo y recordar, recordar tantas cosas…

VIII. Frase biensonante.
¡Zas!, en toda la boca.

No voy a nombrar condenados a realizar esta cosa, pero sí diré que a uno que lo leyó y no lo hizo, cuando hablaba sólo mientras se afeitaba, en el espejo se le apareció un Borbón y le dijo “¿Por qué no te callas?”

domingo, 11 de noviembre de 2007

Despertar en Kheops

Te despiertas. Te despiertas y piensas, y no necesitas pensar mucho porque esa idea está ahí desde hace tiempo, flotando entre dos aguas, como una medusa, como una red de pequeños hilos de fuel. Lleva tanto tiempo contigo que te cuesta concretarla con palabras, pero está ahí, y te asalta en cualquier momento. “Tu vida es una mierda”.

Vives en una realidad personal, y no por ser la que has elegido es la que quieres. Trabajas, impulsado por la rutina y el sentido del deber, por la seguridad de tu futuro, por papá y mamá. Por lo que sea. Pero no trabajas porque quieres. En el momento en que conviertes aquello que te gusta y deseas en una obligación, un compromiso, pierde su encanto. Da igual que quieras hacerlo, no lo haces para ti. Construyes un presente y un futuro que te han vendido como correctos, peor aún, que tú mismo te has hecho ver como buenos, adecuados; en cierto modo, eres un esclavo egipcio: te gustaría estar comiendo uvas a la sombra de un oasis, o en la orilla del Nilo viendo a los cocodrilos devorar estúpidos rumiantes, pero ahí estás, con tu taparrabos, construyendo Kheops.

Te despiertas. Te despiertas al lado de alguien que quieres, y eso debiera bastar, porque no concibes un despertar mejor. Pero te despiertas, y piensas, y miras abajo, dónde miles de esclavos egipcios arrastran piedras, y se mutilan y los látigos les despellejan y mueren jóvenes y sin conocer hembra placentera. Y te gustaría ir a gritarles a todos que soltaran las piedras, y pacíficamente se dedicaran a tocarse los huevos y vivir lo que les queda de vida… Pero no puedes. Por que ya estás en medio de la pirámide, ya has llegado demasiado alto y demasiado lejos construyendo Kheops.

martes, 6 de noviembre de 2007

Querido ex-presidente

Parece ser que José María Aznar I de España, el Bufón, ha extenuado a sus negros en la creación de una nueva aberración de la imprenta (incluirla en la literatura me parece demasiado). El libro en cuestión se llama "Cartas a un joven español", lo edita Planeta (después de haber premiado a Lucía Etxeberría o nombrar finalista a Boris, tampoco se les puede pedir mucho) y vale 20'90 pavos.

Yo, aunque no lo he leído, creo que más o menos puedo intuír cual va a ser su rollo, así que en respuesta a las cartas de Aznar a un joven español, quiero enviar desde aquí una carta de un joven (muy joven) español dirigida a Aznar:



Anímense, amigos y amigas, a enviar las suyas propias.

P.S. Ésta es la segunda vez que muestro carnes propias en Internet, sin contar el flog. ¡Aún sin Copyright!

sábado, 3 de noviembre de 2007

Polvo en los ojos

(Lo bonito de los blogs -al menos una de las cosas bonitas- es que escribas una entrada diciendo que no tienes tiempo para escribir más ni leer a los demás... y te dejen 11 comentarios al respecto. Eso, coño, eso es bonito.)

Dos hombres, conocidos de vista (del trabajo quizá), charlan mientras esperan el metro y se calientan las manos en los bolsillos de sus abrigos.

-Eh tío, ¿has oido lo último sobre la sentencia? ¿Has oído lo que ha dicho el cabrón de Zaplana?
-¿Quién?
-Joder, Zaplana, el portavoz de Rajoy, el que antés era presidente de aquí, de la Generalitat.
-¿Presidente de la qué?
-Bueno, mira, es igual. De lo del 11-m sí que te has enterado, ¿no?
-Coño, pues claro. Pero de eso hace ya un montón de tiempo, años lo menos...
-Digo de la sentencia, hombre. El tema de que ETA definitivamente no ha tenido nada que ver, y todo lo demás, aunque en el PP digan que...
-Ehhh, para, tío, para... Que yo de política no entiendo.
-Si no es cuestión de política, es que es algo más trascendente...
-¿Más qué?
-Más importante.
-Bueno, es que a mí todo eso, pues como que no... No sé, me da un poco igual.
-¿Te da igual la sentencia del 11-m? ¿Pues no me has dicho esta mañana que salías a fumarte un cigarro y a comprar el periódico?
-Sí, tío, a fumarme uno y a comprar el Marca, a ver qué decía de lo de Alonso.
-...
-¿Qué, qué pasa?
- Nada. O sea, tú cuando dices "el periódico" estás diciendo el Marca.
-El Marca, o el As, si no lo tienen.
-Ajá.
-Pues, ¿qué coño de periódicos lees tú?
-...
-¿Eh, eh? ¿No será que lees el Sport?
-Si te digo la verdad, estoy empezando a pensar en dejar de leerlos todos.



domingo, 14 de octubre de 2007

Menos samba, y más trabajar



Ando bastante ocupado estos días, y hasta que me organice el tiempo (Tiempo) y las cosas (Materia) no podré hacer gran cosa (cosa). Quiero decir que me da lástima no tener tiempo (tiempo), por ahora, de escribir mis acostumbradas memeces, pero que lo que de verdad me jode es no tenerlo para leer lo que escriben en los blogs a los que semos asiduos, ya que ellos SÍ aportan cosas interesantes a la güeb. Si alguno de los aludidos entrara aquí, sepa que lo siento y que cuando tenga un hueco para aburrirme haré una ronda lectora por los lugares de costumbre, y puede que alguno más.

Hu ha.

sábado, 6 de octubre de 2007

9 d'Octubre

(Abajo, después del Youtube, traducción al castellano)

No sé de segur, si hagués de descriure’m amb una sola paraula, quina triaria, peró puc jurar que no seria “patriòtic”. No va d’una vegada ni de dues que em miren mal a l’esglèsia, als concerts, a les conferències: no comulgue a les bodes, no em pose d’empeus quan les bandes toquen l’himne de la Comunitat (ni el del poble tampoc). Sovint els forasters han desaprovat la meva defensa de la llengua valenciana; més sovint encara, els valencians m’han despreciat per no fanatitzar la meua defensa. Potser, al terreny polèmic de la identitat dels pobles, de les llengües, em trobe a alló que acostumem a anomenar terra de ningú. I reconec que no m’importa gens. Se me’n fot qui tracte de convéncer-me de qué, se me’n fot de quin costat estiren la corda. No obstant, es tracta del proper 9 d’Octubre, dia de la Generalitat, i per tant és dels meus compatriotes de qui vull parlar.

Se m’escapa el riure, ho admet, quan encara sent parlar d’Almansa, quan veig cartells pegats per les façanes fent referència als decrets de Nova Planta de Felip de Borbó. Se m’escapa el riure, i no vull amb aixó molestar a ningú, quan sent parlar de nacionalisme, de defensa de la llibertat. ¿Acás la llibertat és més amplia quan més estret és l’espai que habitem? ¿Es que per ser menys, serem millors?

“El teu païs són els teus amics”, diu Martín pare al genial film Martín (Hache). Potser jo soc en certa manera independentista, pero si clame per la llibertat és per la meua própia, per una llibertat espiritual, profunda, significativa. Jo no esdevindria millor persona, ni un ciutadà més feliç, si cambiaren innecessàriament les lleis del lloc on em toca viure, o si aquesta llengua fos la única oficial. I es que jo no em sent espanyol, com diuen molts nacionalistes convençuts, peró, collons de Deu, tampoc em sent valencià. Ni alacantí, ni pinoser, ni campeller. Ni segovià, ni cuellarenc, ni asturià, ni murcià… I no sé seguir remontant-me als meus orígens familiars. Ni ho necessite. La meua identitat no l’he de buscar a la terra que habite, sino en mi mateix, en l’alé del meu cor sempre exrtranger, sempre deportat.

En quant a la llengua… ¿qué podria dir? D’igual manera que els vascos o els gallecs, per naturalesa parle una llengua més que la majoria d’espanyols. Done gràcies per aquest regal. Em sent ple de joia per poder llegir en versió original a senyors com Ferran Torrent, Quim Monzó, Pere Calders, Josep Pla, Santiago Russinyol, Vicent-Andrés Estellés… ¿Com de llarg voleu l’etcétera? I no comprenc la gent que porta generacions vivint ací i encara no ha tractat d’accedir a aquest privilegi, no entenc que no matriculen als seus fills a la línea PEV, no entenc que no vagen a l’escola nocturna per tal d’aprendre encara que siga només a comprendre la llengua. Ara bé, igual puc fotre’m d’ells que dels cretins que es fan traduïr el Quijote al català, l’amonen Quixot i es queden tan panxos; o el diputat català que s’empenya en parlar-ne a les corts de Madrid.

Així doncs, jo he trobat un camí cap a la independència, que potser resulta una mica més pacífic, i menys invasiu, per als meus veïns. Me cague en totes les banderes, i me pixe en totes les fronteres, i m’importa una merda en quin idioma he de dir-li a un imbécil que se’n vaja a prendre pel cul. Tracte de no sentir mai himnes nacionals, comarcals, o locals: el músic que composa un himne de manera conscient és una puta, o pitjor, es un xulo que explota i extorsiona la seva música.

A mí no m’importa, doncs, si els catalans han adoptat o no el Cant dels Ocells com a himne “nacional”, ni m’importa si són nació o estan en procés de ser-ho. M’importa, aixó sí, saber que ningú pot negar-me el dret d’adoptar el Cant dels Ocells com a himne de la meua ánima, perque aquest és, amics i amigues, un llenguatge que tots podem comprendre.

Abaix, Youtube de la versió de Pau Casals al violoncel, amb acompanyament de piano.



(En castellano)

No estoy seguro, si debiera describirme con una sola palabra, de cual escogería, pero puedo jurar que no sería “patriótico”. No va de una vez ni de dos que me miren mal en la iglesia, en los conciertos, en las conferencias: no comulgo en las bodas, no me pongo en pie cuando las bandas tocan el himno de la Comunidad (ni del pueblo tampoco). A menudo los forasteros han desaprobado mi defensa de la lengua valenciana; más a menudo aún, los valencianos me han despreciado por no fanatizar mi defensa. Puede que, en el polémico terreno de la identidad de los pueblos, de las lenguas, me encuentre en eso que acostumbramos a llamar tierra de nadie. Y reconozco que no me importa nada. Me la suda quién trate de convencerme de qué, me la suda de qué lado estiran la cuerda. No obstante, se trata del cercano 9 de Octubre, día de la Comunidad, y por lo tanto es de mis compatriotas de quienes quiero hablaros.

Admito que se me escapa la risa cuando aún oigo hablar de Almansa, cuando veo carteles pegados por las fachadas haciendo alusión a los Decretos de Nova Planta de Felpie de Borbón. Se me escapa la risa, y con esto no quiero molestar a nadie, cuando oigo hablar de nacionalismo, de defensa de la libertad. ¿Acaso la libertad es más amplia cuanto más estrecho es el espacio que habitas? ¿Es que por ser menos, seremos mejores?
“Tu país son tus amigos,”, dice Martín padre en el genial film Martín (Hache). Quizá yo soy, en cierto modo, independentista, pero si clamo por la libertad es por la mía propia, por una libertad espiritual, profunda, significativa. Yo no sería mejor persona, ni un ciudadano más feliz, si cambiaran innecesariamente las leyes del lugar donde me toca vivir, ni si el valenciano fuese la única alengua oficial. Y es que yo nono me siento español, como dicen muchos nacionalistas convencidos, pero, me cago en Dios, es que tampoco me siento valenciano. Ni alicantino, ni pinosero, ni campellero. Ni segoviano, ni cuellarano, ni asturiano, ni murciano… Y no sé seguir remontándome a mis orígenes familiares. Ni lo necesito. Mi identidad no tengo que buscarla en la tierra que habito, sino en mí mismo, en el aliento de mi corazón siempre extranjero, siempre deportado.

En cuanto a la lengua… ¿Qué podría decir? Del mismo modo que los vascos o los gallegos, por naturaleza hablo una lengua más que la mayoría de los españoles. Doy gracias por este regalo. Estoy lleno de alegría por poder leer en versión original a señores como Ferran Torrent, Quim Monzó, Pere Calders, Josep Pla, Santiago Russinyol, Vicent-Andrés Estellés… ¿Cómo de largo queréis el etcétera? Y no comprendo a la gente que lleva generaciones enteras viviendo aquí y aún no ha tratado de acceder a este privilegio, no entiendo por que no matriculan a sus hijos en la línea PEV, no entiendo que no vayan a la escuela nocturna para aprender siquiera a comprender la lengua. Ahora bien, igualmente puedo reírme de ellos que de los cretinos que traducen el Quijote al catalán, lo llaman Quixot y se quedan tan panchos; o del diputado catalán que se empeña en hablarlo en las cortes de Madrid.

Así que yo he encontrado un camino hacia la independencia que quizá resulta más pacífico y menos invasivo para mis vecinos. Me cago en todas las banderas y me meo en todas las fronteras. Y me importa una mierda en que idioma tengo que decirle a un imbécil que se vaya a tomar por culo. Trato de no escuchar nunca himnos nacionales, comarcales, o locales: el músico que escribe conscientemente un himno es una puta, o peor, es un chulo que explota y extorsiona a su música.

A mí no me importa, pues, si los catalanes han adoptado o no el Cant dels Ocells como himno “nacional”, ni me importa si son nación o están en proceso de serlo. Me importa, eso sí, saber que nadie puede negarme el derecho de adoptar el Cant dels Ocells como himno de mi alma, porque este es, amigos y amigos, un lenguaje que todos podemos entender.

Arriba, Youtube con la versión de Pau Casals al cello, con acompañamiento de piano.

domingo, 30 de septiembre de 2007

Gente que mola

Prácticamente nunca veo las noticias de la tele, y menos un sábado, pero se dio la casualidad de que estaba pacíficamente recogido en el lecho familiar pinosero, y no había plan hasta más tarde. Asín que las vi. Allí no tengo Internet, y aunque mi primo sí, está feo que vaya a molestarle sólo para publicar memeces en este blog. Así que vista la noticia en TV, recé (a Yog-Sothoth) para que Ruth no se hiciera eco en su blog de tele y ser original hablando del asunto. ¿Y cual es el ausnto?

El asunto es un tío que padece una parálisis cerebral, o algo similar, que le limita muchismo los movimientos y lo mantiene confiando en una silla de ruedas motorizada. Hasta aquí bien, es decir, hasta aquí mal, pero normal. Lo bueno viene cuando te enteras de que el tío, de nombre Toño, a sus taytantos años es guionista de El Hormiguero, programa que presenta Pablo Motos en Cuatro. Y ves al tío salir a plató, con una calavera en el pomo de la palanca de dirección de su motosilla, y con la cabecita torcida y la voz de galleguiño estrangulada, ponerse a hacer un monólogo en el que mete chistes como, "no sé de qué se quejan... Ni que fuera el único paralítico cerebral que sale en la tele" o "Yo era el doble de acción de Mar Adentro... Yo me bebía el zumo". Y luego ves al tío en su apartamento, poniéndose vinilos, to jebi y to simpático, sin perder el buen humor. Y lo ves, en resumen, vivir, o al menos ves una parte de su vida, y te preguntas: ¿qué hostias hago quejándome de la consistencia de mi cabello? ¿Qué coño hago mirándome al espejo y pensando "oh, Dios, qué gordo tengo el culo, qué desgracia"? ¿Qué mierdas hago quejándome siquiera, de cualquier cosa, de lo que sea, cuando este tío goza de ese humor y esa lucidez, aunque sea unas pocas horas al día?

Me olvidaré de lo afortunado que soy (somos). Volveré a quejarme de un grano, a cuestionarme mi vestimenta, a temer un gatillazo. Pero mientras lleve a cabo ésto, mentalmente, espero darme cuenta de lo imbécil y lo inconsciente que puedo llegar a ser.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Vocación y ocupación

Hablemos del milagro de la medicina. No de la medicina superflipante con biopsias y cámaras gástricas y la rehostia que vemos en House; ni de la medicina sentimentaloide y llena de melodramas que vimos en Anatomía de Grey. Hablemos de la medicina baratilla, de las pastillicas, de las cosas que te venden en la farmacia del pueblo.

Voy al médico con dolor orejal; me disuade de mis temores, no es nada, tranquilo, mínima inflamación, se te va solo, no te preocupes; vale, gracias, doctor, perdone la molestia. Regreso a los cuatro días: Verá, doctor, tengo el oído tapado, y me duele mil; te duele mucho; sí, mucho, anoche tomé el primer paracetamol de mi vida; vaya, veamos ese oído. Diagnóstico: otitis externa, es decir, inflamación del conducto auditivo, produciendo dolor intenso y taponando el sonido, cosa que desquicia a un proyecto de músico en casi todas sus actividades. Vale, bien, mi médico de familia tiene poca visión de futuro, por no decir poca visión a secas. ¿Y el milagro de la medicina, diréis? Si es que leeis esto.
El milagro de la medicina es que han pasado unos días, y a base de tomarme unas pocas pastillas, y echarme unas pocas gotas en el orejámen, ni me duele, ni está tapado, ni ná. Se supone que aun quedan bacterias rebozándose en la cera, pero los antibióticos acabarán por expulsarlas, digo yo. Ese es el milagro de la medicina. Unas pastillas, unas gotas, y a correr.



Eso, junto a la sentencia de my dear Oscar Wilde "todo forma de arte es completamente inútil" hace que me pregunte: ¿Qué mierda hago estudiando piano y letras puras? ¿No sería mejor que me dedicara a mejorar las pastillitas?
Contesta mi conciencia bohemia: Si todos los músicos hicieran pastillitas, ¿quién compondría música para que escuchásemos?
Y la conciencia científica, que lleva gafas y es más bien sosa, zanja la cuestión: Si nadie hiciera las pastillitas para la otitis, ¿quién iba a escuchar la música?

La afoto de la mano es la primera carne desnuda que muestro en Internet. Sin copyright!

ACTUALIZANDO: Un freak cuyo nombre no deseo pronunciar ha coglado en Youtube una cruenta lucha en la que me he visto envuelto contra mi voluntad. Solo frikis, y frikis aburridos deben atreverse a visionar esta... "cosa."

jueves, 20 de septiembre de 2007

El ermitaño


En el interior de aquella choza (es decir, la ermita que yo venía buscando), al lado de la cual se alzaba un patético intento de campanario, brillaba, dubitativa, la luz de un fuego en el hogar. El aire de la montaña era frío y limpio, y traía un tenue aroma de carne churruscada; me tambaleé hasta la puerta y golpeé con el codo (las manos me dolían demasiado). Me contestó una voz chirriante y miserable.

-¡Lárgate, cabrón! ¡Te dije que vinieras por la mañana!
-Señor ermitaño…
-Joder, ¿quién eres tú?
-¿Podría abrirme, por favor?

Escuché pasos acercarse.

-¿Porqué?
-Pues… por favor. Tengo frío, y hace dos días que no como. He venido a verle.
-Coño, mira qué bien –abrió la mitad superior de la puerta, que era como las de los establos, y me echó un vistazo mientras yo se lo echaba a él. Era un ermitaño de cuento, con su pelambrera gris y su túnica andrajosa de piel de cabra. Conservaba pocos dientes y los conservaba en mal estado. Le hedía el aliento.
-Por favor, ábrame –dije con un hilo de voz -. Estoy desnudo, y el frío de…
-Ya lo veo. Tienes una buena polla.
-¿Qué?
-Como que qué, joder. Que entres –Me abrió la puerta completa y pasé. El inmundo caos interior no merece ser descrito.
-Bueno, mierda, chaval, ¿qué quieres de mí, a parte de que te invite a cenar?

Bebió un trago a morro de una bota de vino y me la pasó, mientras echaba en un plato dos o tres chuletas renegridas.


-Usted es el hombre más sabio del mundo.
-Mierda, ya lo sé.
-Quiero que me enseñe.
-Mira qué listo. Yo no enseño.
-Pero…
-Come y calla.

Obedecí. Entre su mugriento flequillo, los ojos le brillaban como dos diamantes en el fondo de una mina.

-¿Me enseñará?
-Que yo no enseño nada, hostias. Tú quieres mi sabiduría, pero yo no quiero nada de ti. No puedes aportarme nada.
-Podemos aprender de todo y de todos.
-Coño, ¿te vas a poner a filosofar con el hombre más sabio del mundo? Humildad es lo que te falta; humildad y sumisión. Si quieres que sea tu maestro…
-Sí, le obedeceré, lo siento, he sido un arrogante. Pero mire, yo…
-¿Porqué no te tocas la polla un rato?
-¿Qué?
-Vamos, pélatela. Mastúrbate, hazte una buena paja –dijo sobándose el paquete.
-¿Qué?
-¡Que te la casques!

El hombre más sabio del mundo me estaba invitando a un onanismo conjunto, tras semanas de
escalada miserable por barrancos y laderas de los Alpes.

-Yo no pienso…
-Mira, nene, o te empiezas a sacudir la sardina ahora mismo o te doy una patada en el culo y te envío rodando ladera abajo. Ya tendremos tiempo de estudiar luego.
-Usted está muy loco.
-No, coño, estoy muy solo. Eso es lo que pasa. Estoy solo y harto de follarme pastores y ovejas. Todos huelen igual. Venga, muévetela.
-…
-Oh, ya veo, nene, quizá estás cansado por el viaje, jijiji. Quizá necesitas algo de ayuda. De acuerdo, voy a darte una ayudita. Mírame a los ojos, cochino, putita, maricona.

Y el hombre más sabio del mundo se arrodilló entre mis piernas, relamiéndose los labios y riendo por lo bajo.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Cuidadín cuidadín

Pensar es bueno, y para algunas personas hasta natural. Así que a l@s escasas@s y caritativ@s lector@s de este blog os invito a pensar, en cualquier lugar, en cualquier momento, sobre cualquier cosa; aunque si pensais en tetas y/o culos iréis al infierno.
Si quereis, podeis pensar de noche. Suponiendo que lo hagais, podeis pensar al borde de una hoguera, o bajo el claro de luna. Podeis pensar en una sala de espera iluminada por fríos fluorescentes, en un ascensor que funciona, en un estadio de fútbol lleno de gente. Podeis pensar a la luz de una vela. O de muchas velas.

Pero nunca, jamás, debeis pensar a solas y en la oscuridad.

martes, 11 de septiembre de 2007

Ser español (¡Coño!)

Yo jamás he salido de mi Tierra, pero he viajado lustros y lustros por el Tiempo. Han defecado sobre mí miles de millones de hombres y mujeres, pero siempre he tenido claro cual es el estiercol que quiero tragarme, cual es la mierda con la que quiero ser abonado. Cuando estuve en las altas cimas escupí a quienes se amontonaban a mis pies; miré con orgullo y desprecio a los que me salpicaban de barro cuando estuve tirado a un lado del camino. Siempre miré al frente, y, no obstante, jamás he mirado adelante. No escuché, ni dije nada digno de ser oído. Con dos cojones.


Me quejé de la suciedad que me cubría, y grité y pataleé cuando quisieron lavarme. Vivan las cadenas. El sudor rancio es el rocío de mis campos, la caspa mi nieve, las lágrimas de mis hijos mi lluvia; el Sol es mi techo, y Dios, mi confidente. Yo grito y grito, exijo, despilfarro, acaparo, ambiciono, y nunca regalo, ni escucho súplicas, ni bajo la mirada. Nunca me retracto, ni sé disculparme.
Yo soy el vino y la fiesta, soy el sexo oscuro y el oscuro hábito de las monjas. Visto de prieto y ceñido oro, para cubrirme del polvo y la mugre del mundo. Rojo es mi capote, y rojo burdeos la noble sangre que derramo, ufano, viril, valeroso. Chapoteo en ella, la veo mezclarse con la arena en una pasta marrón y grumosa, y quisiera sentir esa pasta, la harina del dolor, deslizarse entre mis dedos. Yo corto orejas y rabos, yo mutilo mi propia historia, nunca perdono y siempre olvido. Yo no sé leer.


Yo soy España. El Tiempo por el que viajo me ha tratado mal, y algunos de mis hijos me traicionan. Quizá está apagándose mi fuego, sofocado por negros, jipis, maricas, rojos, feministas, escritores y demás escoria. Quizá, poco a poco, estoy desapareciendo, pero aún vivo en lugares como Tordesillas, la Maestranza o el Valle de los Caídos.
Yo soy España. Odiadme, pues aún tendré la entereza de reconocer que no merezco otra cosa.


sábado, 8 de septiembre de 2007

KA MATE

Según termina el verano empieza el Mundial de Rugby (no hay que confundir el rugby con el fútbol americano: al rugby se juega a cuerpo descubierto, sin casco, ni coquilla, ni hostias; hay que ser un tío duro). Y como es habitual, los All Blacks (Nueva Zelanda) nos obsequiarán antes de cada partido con su tradicional Haka, danza tradicional del pueblo mahorí. No sé a vosotros, pero a mí me acojona.



Adjunto letra y presunta traducción de lo que gritan estas malas bestias antes de sus partidos:


Ringa pakia!
Golpea las manos contra los muslos!

Uma tiraha!
Infla el pecho!

Turi whatia!
Dobla las rodillas!

Hope whai ake!
Sigue con la cadera!

Waewae takahia kia kino!
Golpea tus pies contra el suelo lo más fuerte que puedas!





Ka mate, ka mate
Puedo Morir, Puedo Morir

Ka ora, ka ora
Puedo Vivir, Puedo Vivir

Ka mate, ka mate
Puedo Morir, Puedo Morir

Ka ora, ka ora
Puedo Vivir, Puedo Vivir

Tēnei te tangata pūhuruhuru
Este es el hombre peludo*

Nāna nei i tiki mai whakawhiti te rā
Que trajo el sol y lo hizo brillar de nuevo

Ā upane, ka upane
¡Un paso hacia arriba! ¡Otro paso hacia arriba!

Ā upane, ka upane
¡Un paso hacia arriba! ¡Otro paso hacia arriba!

Whiti te rā, hī!
¡El Sol Brilla!

domingo, 2 de septiembre de 2007

Pequeña hoguera. Parte IV y última.

En la comisaría no mejora la opinión de los agentes sobre mí cuando se percatan de que ya estoy fichado, y de que he pagado multas y pasado alguna noche en el calabozo por incidentes relacionados con la fotografía, incluidas ciertas instantáneas de menores en ropa interior, sin autorización de los padres (ni de la menor: las hice a través de un tragaluz. Y no sabía que era menor. ¡Palabra!). Me meten en cuartucho con bancos metálicos, llenos de gentuza mucho peor que yo, cosa que tampoco es tan difícil, coño. Apestan tanto que me resulta grato recordar a Pablo y su aroma de ropa recién lavada.

Aquí, en la comisaría, debo esperar para todo. Espero para que me tomen declaración, y mientras espero a que me llamen para un interrogatorio más extenso, espero para poder entrar en el baño. Al fin me llaman y me meten en una salita fea, en la cual estamos una mesa de plástico, un policía, una taza de café y, al otro lado de la mesa, yo. Al sentarme comienzo a explicarle al agente que tengo que hacer una sesión fotográfica a las doce en punto (y es verdad), y sólo faltan diez minutos para esa hora. Me pregunta que si el modelo, en esta ocasión, está vivo y es mayor de edad. Obviando su peculiar sentido del humor, me resigno a perder otro trabajo.

Una hora después, convencido el policía de que no soy un delincuente, sino sólo un imbécil, salgo de la comisaría, y con el dinero destinado a la comida pago un taxi para que me lleve al laboratorio fotográfico de un amigo. Mi tripa me gruñe algo sobre el desayuno que tampoco he tomado, y discutimos durante todo el trayecto. El taxista me perdona los 75 céntimos que me faltan para pagar la carrera completa, y se lo agradezco mientras arranca empapándome de Co2 e ignorándome con auténtica diplomacia.

Le entrego la primera tarjeta de memoria a mi amigo, y le pido que para la noche me tenga reveladas las fotos del muerto. Mi amigo no hace preguntas, y además me permite hacerme un bocadillo de jamón. Tengo pocos amigos, pero todos son como éste, y eso es un alivio. Le doy las gracias y me voy, dejándolo ocupado con su ingente colección de pornografía. Ocupo la tarde en mi otro trabajo: camarero en la única cafetería que me aceptó a pesar de tener el pelo largo, y ser bastante feo. Cerramos hacia las dos de la mañana, y me dirijo de vuelta a casa de mi amigo.

No soy tan desconsiderado como parece; sé que a estas horas lo encontraré despierto, aunque también sé que no tendrá ganas de verme, ni de ver a nadie. Cuando cae la noche, mi amigo se deprime y se inyecta morfina, y ve películas en blanco y negro. Mi amigo quiere ser poeta, y odia su trabajo como revelador de fotografía. Por eso revela las mías con el dinero y el material de sus patrones.

Cómo imaginaba, no tiene ganas de verme, y por el balcón me arroja un sobre con las fotografías dentro. Emprendo el camino de vuelta a casa, y reflexiono. Dejando de lado que los periódicos ya deben estar todos servidos de sangrientas fotos para la edición de mañana… ¿Qué sé de Pablo? Su nombre. Y que es calvo, y carpintero. Ignoro si tiene familia, mujer, hijos. Ignoro si habrá alguien anegado en lágrimas ahora, preguntándose porqué. Alguien que recuerde que Pablo tenía los ojos azules. Pero, reflexiono, si lo hay, ¿querría ver mañana los desorbitados ojos azules de Pablo en primera plana? ¿Querría verlo amortajado en sábanas recién lavadas, con la calva descansando en un discreto charquito de sangre?

El barrio en el que vivimos Pablo y yo no tiene muy buena fama en la ciudad. En ciertos callejones hay vagabundos que viven en cajas de cartón, que se calientan por la noche quemando basura. Algunos de ésos vagabundos querían ser poetas, cómo mi amigo, y ahora sólo son cirróticos o seropositivos, pero se saben de memoria a Cortázar, a Benedetti o a Lord Byron. Entro en una de esas callejas y saludo con educación a uno de ellos, que con un gesto me invita a calentarme las manos en el mismo cubo de basura que él. Agradezco con la cabeza, y tras entibiarme los dedos un rato y comentar banalidades con el vagabundo, extraigo las fotos del sobre y las voy echando a las llamas, mientras él me contempla sin hacer preguntas. Si tuviera veinte años menos, podría haber sido mi amigo.

Le digo “buenas noches”, y comienzo a andar hacia casa, pensando que sería hermoso poder quemar todos los recuerdos desagradables en una pequeña hoguera, y simplemente seguir caminando en cualquier dirección, con las manos en los bolsillos del pantalón.

jueves, 30 de agosto de 2007

Japi berdei

No soy yo mucho de airear mi vida privada por la red, pero bueno, digo yo que un día es un día. Y un año es un año.



Feliz cumpleaños, fea.

sábado, 25 de agosto de 2007

Pequeña hoguera. Parte III

Al volver la esquina una brisa de murmullos me llega desde un corrillo de gente, unos metros más adelante. Alrededor de lo que supongo será el cuerpo de Pablo hay unas quince personas que, atraídas por el morbo, se han acercado tanto como el horror les permite. Todo el mundo quiere ver y oler la sangre, pero a nadie le gusta, claro está, que le salpique.

“Disculpen, soy periodista”, mascullo mostrando bruscamente la tarjeta del videoclub “¿Me permite…? Gracias”. Antes de comenzar a disparar, me tomo un momento para contemplar la escena; quiero ser frío, analítico, objetivo. No puedo. Sólo lo consigo detrás de la cámara, mirando la pantallita. Pero esta vez no puedo.
En la acera hay un hombre muerto, con el cuello quebrado y la cabeza, calva, descansando en un discreto charquito de sangre. Está cubierto de cuerdecillas blancas e impolutas sábanas color azul cielo, y, aunque he visto pocos cadáveres, éste es el primero en mi vida que huele a suavizante. Levanto la vista hacia la fachada, y compruebo que, aunque no todos los balcones tenían tendedero, está claro que el del quinto sí, hasta que Pablo lo arrancó en su caída. Imagino que rebotó en el del cuarto, que parece intacto, y volvió a caer hasta que se partió la nuca contra el pavimento. Sí, eso debe haber sido. Comienzo a hacer fotos.

Antes de los veinte disparos la cámara avisa, bip, de que no queda espacio en la tarjeta. La cambio por una vacía que tengo en la funda, y sigo haciendo fotos del cuerpo, de la fachada, primeros planos de las manos crispadas, de los ojos azules, desorbitados… La muerte no tiene nada de hermoso. Ni este trabajo tampoco.


Debo de haber hecho unas cuarenta fotos cuando llega el primer coche patrulla, sin que yo me de cuenta. La gente abre paso a los representantes de la ley, mientras yo les doy la espalda como el gilipollas abstraído que soy. Me hacen volverme, y comienzan a interrogarme. Me piden mi licencia de periodista, y les digo que soy un aficionado. Se mosquean y me exigen el carrete, cosa que me hacer sonreír por primera vez en toda la mañana. Los introduzco rápidamente en la era digital, y luego les entrego la tarjeta. No obstante mi ejemplar conducta, me piden con un educado empujón que les acompañe a comisaría. Para hacerme unas preguntas. Decididamente, hay días en los que es mejor no levantarse. Y empiezo a pensar que es mejor no coger nunca el teléfono. Incluso si conoces el número.
Dios, pienso ya en el coche patrulla, voy a morir sólo.

Continuará. Me atraparé unos días a estudiar, y continuará.

miércoles, 22 de agosto de 2007

¡Reguetón! O como se escriba.

Vale, yo no habré hecho nada de provecho durante el verano. Pero es que, para hacer ciertas cosas, es mejor quedarse en el sofá. ¿O no?



Lo que más me mosquea son las literas. ¿Serán hermanos? ¿Medio-hermanos? ¿O tan sólo primos?

En fin. Hay tántos mundos, dentro de este mundo...

domingo, 19 de agosto de 2007

Pequeña Hoguera. Parte II

¿Qué es lo primero que haces cuando te despierta la llamada de un tío que te anuncia su inminente suicidio, y al parecer lo realiza? Como todo, depende de quién seas, de cómo seas, de cuándo te llamen. Yo, lo primero que he hecho, es ir a mear. Al volver del baño miro la hora: las 08:56. Mucho más pronto de lo que creía, a pesar de mi mal humor, así que pienso que me sobra tiempo para aclararme las ideas, o para intentarlo al menos.

Parece claro que Pablo (lamento poder recordar el nombre) se ha tirado por el balcón. Seguramente se ha matado, a pesar de mis dudas al respecto de si la altura era o no suficiente para garantizar el éxito del asunto. Como al parecer yo soy el único que tiene noticia del suceso completo, me parece lógico tratar de encontrar a Pablo, y dar por finalizada ésta jodida forma de comenzar un domingo, o de terminar la semana, según se mire.

Miro su teléfono en la pantalla del mío, y Google (bendito sea) hace el resto. Es (o era) carpintero de profesión. Tecleo su dirección en un callejero online, y me doy cuenta de que la calle está a dos manzanas escasas de la mía. Que yo sepa, no hay ninguna comisaría cerca, y la poca gente que pasea los domingos por la mañana no suele llevar en el bolsillo una tarjeta con los teléfonos de EFE o de WorldPress. De modo que es muy posible que yo llegue antes que la policía y antes que los periodistas. Quizá antes que nadie.

No soy una buena persona, de verdad que no lo soy. De acuerdo, soy honesto, digno, orgulloso y sincero. Pero en mi opinión en una sociedad como ésta, esas llamadas “virtudes” son, en realidad, defectos. No os ayudarán a medrar, ni a defenderos, ni a atacar a nadie. Quizá alguien las mencione en vuestra esquela, si es que alguien lamenta vuestra muerte, pero nada más. Y en cualquier caso, además de ésas cosas, soy cínico, sarcástico, ateo y engreído. No creo que exista un lugar apropiado para mí, y si existe da igual, porque no pienso ponerme a buscarlo. También soy demasiado vago. Así que en una situación como ésta, no es nada acorde con mi personalidad (ni con mi estómago) que me implique en el asunto más de lo que ya me han obligado las circunstancias. Si por mí fuera, me quedaría en casa y esperaría a oír el desenlace en la radio, o leerlo en el periódico de algún bar el día siguiente, ya que no tengo tele. Como os decía, no soy una buena persona.
Soy fotógrafo. Sin titulación ninguna, ni estudios serios, ni nada. Pero en la redacción de cada uno de los periódicos del país, hay alguien que me conoce, y sabe que si le llamo para ofrecerle algo le conviene aceptarlo, porque es posible que las siguientes fotos que le envíen sean mucho peores (dije que era engreído, ¿no?). Y además, todas ésas personas en todas ésas redacciones saben dos cosas acerca de mí que les infunden confianza: una, que tengo alma de artista, y dos, que soy un desastre regateando.

Así que me visto (mal), me calzo, cojo la cámara y cierro la casa de un portazo. Vuelvo a por las gafas, me las pongo y salgo corriendo en dirección al “lugar de los hechos”. Antes de doblar la esquina de su calle, me detengo en seco, impactado por una ruda y surrealista imagen: sobre el asfalto están esparcidas las oscuras tripas y la carcasa roja de un teléfono inalámbrico. Hago mis primeras fotos antes de doblar la esquina.

Continuará.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Pequeña hoguera. Parte I

Riiiing, riiiing!
Riiiing, riiiing!
-Hmf.
Riiiing, riiiing!
-Mierda de despertador…- Aprieto el botoncito para pararlo y me doy la vuelta.
Riiiing, riiiing!
-Hostia puta.
Le arreo una ídem al aparato, que cruje y se cae de la mesilla.
Riiiing, riiiing!
¿Por qué sigue sonando? ¿Por qué?
Riiiing, riiiing!
Ah, que es el teléfono. Pues peor me lo ponen.
-¡Qué, joder! –gruño.
-Hola…


-Quién eres.
-Pablo –Puede ser, ya que es una voz de hombre. Aunque poco viril.
-¿Y te conozco?
-Ahora sí… jijiji –Suelta una risilla nerviosa, aunque su voz suena a llanto más que a otra cosa. Cuando no habla, se sorbe los mocos con fuerza y resignación.
-Oye… -recomienza -. Me voy a suicidar.
-Dios mío.
-No es broma. No te rías.
-Si no me río. Soy católico.
-Ayúdame… -solloza.
-…
-¡Por favor!
-Mira, no sé que puedo hacer por ti… Cálmate un poco. -¿Porqué no le cuelgo?, me cuestiono interiormente, quitándome legañas con el dedo.
-No quiero calmarme. ¡Me voy a suicidar!
-…
-¿Me oyes? Voy a matarme.
-Pero por qué, hombre.
-Mi vida es una mierda…-solloza -. Sí, una mierda…
-La mía también, y no voy a hacer eso.
-¿Y qué… qué vas a hacer?
-Beber. Como anoche. Por eso estoy de resaca. Por eso el teléfono, así a éstas…
-¡Voy a suicidarme! –me interrumpe chillando -. ¿No lo has entendido?
-Mira, escucha…
-¡No! No escucho. Voy a matarme. Voy a saltar por el balcón. Voy a hacerlo, ahora mismo.
-No, no lo harás –Debo ser una especie de superhéroe, un alma caritativa. Eso debe ser –Mira, dime dónde estás y…
-En el balcón. ¡Estoy en el balcón! ¡Escucha!
Supongo que ha sacado el inalámbrico por la ventana, porque se oye, lejano y mecánico, el croar de una ciudad en domingo, en Agosto, en el siglo XXI. Un croar de rana enferma.
-¿Lo oyes?
-Sí –me resigno -, sí, lo oigo. Pero no saltes.
-¡Voy a saltar!
-¡Espera, joder! ¿En qué piso vives?
-¡En un noveno!
-¡Puede salir mal! Puede que no mueras.
Qué gran argumento el mío. Me pregunto porque no he enviado ya una solicitud al Club de debate.
-¡Voy a saltar!
-No saltes, hombre, que te quedarás peor, en una silla de ruedas…
-¡Va a funcionar! Voy a saltar.
-¡Te saldrá mal!
-¡Ahora verás como no! ¡Já!
Oigo pasos precipitados, y un tintineo metálico, quizá el teléfono chocando contra algo. Luego un jadeo, y un grito desgarrado que se prolonga durante un latido, hasta que se corta la comunicación.


Continuará.

sábado, 11 de agosto de 2007

Los peces payaso. ¡Hu ha!

Los peces payaso, que son muy monos con sus franjas de color naranja y blanco, se pasean casi siempre entre los tentáculos de las anémonas, en aguas cálidas y poco profundas. Cualquier bicho marino de su tamaño o incluso algo mayor saldría escaldado, como poco, al mantener contacto con las anémonas durante un par de segundos. Los bichos no marinos, como las gaviotas o los humanos menores de edad, también salimos escaldados de dicho contacto. Que lo sé yo.

El pez payaso, sin embargo, es inmune a los picotazos de éste cniadrio marino y sésil (así lo define Wikipedia, y su palabra es Ley), ya que lo cubre una mucosa mu rica que lo protege de las células urticantes o nematocistos (según Wikipedia, también) de la anémona, qué es lo que hace que cuando la toques pique.
El pez payaso está bastante sólo entre los tentáculos de la anémona, y nadie tiene ganas de acercársele, porque el pez payaso, aunque de lejos es mono, de cerca tiene una cara de plátano que no se la quitan ni en Cambio Radical. Y además está en medio de su anémona cabrona y misteriosa. Así que está bastante sólo. Sólo de vez en cuando, el pez payaso deja de mirar con desprecio a la sardinas (ésas imbéciles que caen a millones en las redes) y entabla conversación con otro pez payaso, del siguiente modo.

-Hola, pez.
-Hola tío.
-¿Qué tal, como vas?
-Aquí, flotando. ¿Y tú?
-Bien, bien.
-Pues nada... Qué limpia está el agua, ¿no?
-Ssssí...
-...
-Hola, tío.
-Hola pez.
-¿Cómo lo llevas?

Hasta que el pez payaso se cansa. Por que sólo tiene 3 segundos de memoria. Y aunque querría decir tantas, tantas cosas, y se siente tan, tan sólo, nunca se acuerda de lo que quiere decir, ni de cómo se siente. O, al menos, así es como yo imagino a los peces payaso. Y me pregunto, mirando el mar, e imaginando anémonas del tamaño de ciudades, con tentáculos del tamaño de personas; me pregunto:

¿Dónde éstán mis franjas naranjas y blancas? ¿Por qué tengo tan pocas mucosas? ¿Dónde está mi amigo, el otro pez payaso?

jueves, 26 de julio de 2007

El menos molesto de los ruidos (Napoleón dixit)

Aunque sea, según el señor Bonaparte, el menos molesto de los ruidos (y ésto es mucho decir para Napoleón), la música no es una profesión agradecida. No es una obsesión sana, ni un vicio recomendable. Puedes ser un genio y morirte de hambre. Puedes ser un anónimo mediocre que se muerde las uñas, ensangrentadas de tanto tocar, viendo medrar a las pequeñas mascotas de las grandes discográficas. Puedes ser un completo inútil, tener las manos de madera, y torturarte porque no estás a la altura, no eres digno de amar a la música; a menudo ella ignora incluso a los ángeles de ígneos dedos, a los virtuosos más entregados.


Ninguno de tus esfuerzos tiene la garantía de una recompensa. Ninguna de tus ambiciones tiene la garantía de un éxito. El dinero no puede comprar un ápice del genio y el duende que necesitas, ni tu genio y duende pueden conseguir un áìce de dinero si no hay alguien que compre tu sangre y tu sudor. Hay mil reglas que dominar, infinitos retos que afrontar. Y jamás podrás dominar aquello que tratas de dominar: nunca serás más que un caballero andante, hambriento y harapiento, cabalgando sobre una hidra desbocada, hipnotizado por sus gritos.
Y a pesar de todo...
A pesar de todo, cada día que pasa tengo más ganas de subir a su grupa. Estoy perdiendo las ganas de hablar; renunciaría sin dudarlo a mi voz si tuviera la plena capacidad de expresar lo que quiero con el piano. Casi nada de lo que decimos tiene sentido. Me he dado cuenta de que la gente habla sin decir nada, y la música, la Música con mayúscula, lo dice todo sin hablar. El acero y las tripas trenzadas de un cordero, la madera y el oro, todas las materias muertas reviven en manos de los músicos y cantan, cantan, cantan...
Cada día y cada noche que pasan siento crecer en mí el turbio deseo de dormir bajo el negro refulgente de un firmamento sin nubes, arropado por la música, por las páginas que escribimos los humanos, queriendo gritar con la voz de los dioses...

jueves, 19 de julio de 2007

Nadie es perfecto

Pero algunos casi. Y si no, ved (en pequeñas dosis, por que si no hace pupa) el programa que acaba de estrenar la Vázquez en Antena 3: Nadie es perfecto. Ésta misma noche ha tenido lugar, en el primer cuarto de programa, la siguiente situación:
Jesús Vázquez le pregunta a un representante de los GUAPOS (por no decir "gilipollas", en oposición a los LISTOS, por no decir "feos" o "inútiles onanistas").
-Vamos a ver, Raúl, ¿Quién es el señor de la foto?

-Ufffff, no sé...
-¡¿Que no sabes?!
-Bueno, estoy dudando entre dos, jeje... ¡Los voy a decir, jaja!
-Venga, dilos.
-Pues no sé si es... Napoleón... o... ¿Mozart?
-Hombre, pues tú sabrás...
-Venga, voy a decir... ¡¡Mozart!!
-¡Biéeeeeeeen!

Pues eso. A continuación adjunto foto del emperador francés (Que es Napoleón, no Mozart).

Igualicos, vamos.

lunes, 2 de julio de 2007

Génesis

En el principio estaba Dios, que no es capaz de recordar con claridad si Alguien lo hizo o si fue Él quién se hizo a Sí Mismo. Durante seis días con sus noches fabricó el mundo tal como lo conocemos hoy, pero cómo podía ver el futuro y vio que en el futuro el Mundo sería una pocilga (y todo por culpa suya), se alegró de que le quedara un día antes de que fuera Lunes y tuviera que volver a sus obligaciones habituales. Cómo Dios podía ver el futuro, antes de iniciar su titánica tarea había visto que seis días después vería que milenios después el Mundo sería una pocilga, así que se había reservado el Domingo para tratar de arreglarlo.
Tal Domingo se levantó sobre las 11:30 am, se rascó la barba de seis días, y con prisas y de mala gana creó la música, la literatura, la pintura, el sexo oral y la marihuana. "Así", pensó, "los que en el futuro que puedo ver no sean redomados y malditos hijos de puta, podrán olvidarse de que el Mundo que he creado es una pocilga, y hasta podrán imaginar Mundos mejores. Y los redomados y malditos hijos de puta, además podrán disfrutar y usar de éstas cosas para sus propios fines. Y todos amigos." Luego Dios se vistió perezosamente, se calzó las chanclas y se fue a hacerse unas cañas y unas tapas con Odín, Alá y Vishnú al bar de la plaza.
Qué va, todo esto es mentira, en el principio solo estaban las amebas, unos bichos más o menos transparentes que se abrían cuándo querían comerse a otro bicho, se cerraban sobre él y se lo tragaban. Y las amebas, tras un complicado proceso de evolución y sublimación, han acabado por transformarse en unos bichos muy parecidos, que además de tragarse muchas cosas interesantes y dar bastante por culo, pueden empuñar armas o manejar internet: son los redomados y malditos hijos de puta que me han echado de mi anterior espacio, por poner un ejemplo.
Así que a ver qué tal nos va en Blogger. He dicho.