jueves, 26 de julio de 2007

El menos molesto de los ruidos (Napoleón dixit)

Aunque sea, según el señor Bonaparte, el menos molesto de los ruidos (y ésto es mucho decir para Napoleón), la música no es una profesión agradecida. No es una obsesión sana, ni un vicio recomendable. Puedes ser un genio y morirte de hambre. Puedes ser un anónimo mediocre que se muerde las uñas, ensangrentadas de tanto tocar, viendo medrar a las pequeñas mascotas de las grandes discográficas. Puedes ser un completo inútil, tener las manos de madera, y torturarte porque no estás a la altura, no eres digno de amar a la música; a menudo ella ignora incluso a los ángeles de ígneos dedos, a los virtuosos más entregados.


Ninguno de tus esfuerzos tiene la garantía de una recompensa. Ninguna de tus ambiciones tiene la garantía de un éxito. El dinero no puede comprar un ápice del genio y el duende que necesitas, ni tu genio y duende pueden conseguir un áìce de dinero si no hay alguien que compre tu sangre y tu sudor. Hay mil reglas que dominar, infinitos retos que afrontar. Y jamás podrás dominar aquello que tratas de dominar: nunca serás más que un caballero andante, hambriento y harapiento, cabalgando sobre una hidra desbocada, hipnotizado por sus gritos.
Y a pesar de todo...
A pesar de todo, cada día que pasa tengo más ganas de subir a su grupa. Estoy perdiendo las ganas de hablar; renunciaría sin dudarlo a mi voz si tuviera la plena capacidad de expresar lo que quiero con el piano. Casi nada de lo que decimos tiene sentido. Me he dado cuenta de que la gente habla sin decir nada, y la música, la Música con mayúscula, lo dice todo sin hablar. El acero y las tripas trenzadas de un cordero, la madera y el oro, todas las materias muertas reviven en manos de los músicos y cantan, cantan, cantan...
Cada día y cada noche que pasan siento crecer en mí el turbio deseo de dormir bajo el negro refulgente de un firmamento sin nubes, arropado por la música, por las páginas que escribimos los humanos, queriendo gritar con la voz de los dioses...

3 comentarios:

Tamaruca dijo...

¿Sabes? Es curioso... Esta semana falleció el abuelo de mi mejor amiga... Era un hombre muy simpático, trabajador y de gran corazón. Sin embargo, lo que todas las amigas recordaremos de él con mayor ternura es que, en los cumpleaños de Fanny, siempre tocaba el cumpleaños feliz con el violín.

La música es eterna...


Un besito, Riesgo. Me pillaste nostálgica :)

Victoria dijo...

Dicen que uno no es feliz cuando alcanza "la felicidad", sino en la antesala de la felicidad.

Podría aplicarse un poco a esto. Quizá los mejores momentos sean antes de lograr el sueño. Una vez que se consigue... El sueño desaparece.

Lo de la importancia del viaje y no de la meta y todo ese rollo, ya sabes.

Un beso, Fer.
Sigue con ello ;-)

Riesgo dijo...

Es bonito, Tamaruca, que se recuerde a alguien por algo tan inmaterial como la música.
Si llegase algún día a la meta, Miss Sinner, se habría terminado la canción, y todo ese rollo, ya sabes. ^^
Saludos.